domingo, 12 de septiembre de 2010

José Del Castillo continúa: "CHINITO QUIELE MÁ"

Dñª Rosa del Barrio Chino, Pochy para los íntimos.

La primera fue Pochy, quien me llamó a las 9 am del sábado: "José, ¿te estoy despertando? Quiero agradecerte el artículo de hoy sobre la comida china..." Le respondí a la presidenta de la Fundación Flor para Todos que estaba levantado desde las 6. "Emilio José Brea me pidió tu email para hacerte unos comentarios..." Así, el segundo fue el apreciado arquitecto, un amante de la ciudad y del Barrio Chino, cuyo correo electrónico reproduzco por ilustrativo. "Hola José: Rosa -la de los pétalos enegesianos- me ha facilitado tu dirección de correo electrónico y he querido hacerte llegar estas líneas después de leerte esta mañana. Como hijo de pueblo donde siempre hubo y hay chinos, te escribo porque creo que en tu reciente colaboración para Lecturas, la sabatina de DL (4 de septiembre), olvidaste algunos sitios o referentes de la gran cocina china, que los hubo de muy prestigiosa calidad culinaria, como lo fue, por ejemplo y hasta hace relativamente poco tiempo atrás, el restaurante Yaque, de Sijin Joa, en Santiago, en la calle Restauración. 



Los de San Francisco de Macorís no aparecen en tus memorias y quizás no los conociste, pero recuerdo que a Yaqui Núñez se le ocurrió una vez hacer una guía gastronómica y ahí estaban, el del Hotel Central, a la cabeza del cual estuvo hasta su asesinato, Antonio Pons, asistido por su esposa Rosita Chez, y el del Hotel Macorís, donde estaban los hermanos Manchón y Alberto, hermanos de Sijin y de Emilio y Menfá Joa, los exquisitos cocineros (Manchón y Alberto estaban en la administración y dando la cara en una especie de relaciones públicas muy diáfanas con sus contertulios, lo cual no quiere decir que no cocinaran). Emilio era el padre de José Emilio Joa Acosta, arquitecto y excelente cantante, y Menfá luego puso casa aparte, hacia el sureste de la ciudad, en uno de esos fugaces resplandores de buena cocina, exótica por demás, que duró muy poco dado su fallecimiento prematuro.

En Nagua, Domingo Lilón hizo historia con su hotel frente a la Bahía Escocesa, con el rompiente de las olas socavando las estructuras físicas del inmueble, al extremo de que la vellonera casi se cae al mar, no obstante su enjaulamiento. Todos estos sitios eran frecuentados por avisados viajeros y turistas internos que buscaban auténticos platos del mar y en ocasiones hasta el prohibido manatí, con sus sabores diversos. A propósito, el restaurante de Pochy y sus hijos se llama Mei Gui y ciertamente que es lo mejor del barrio chino al que le decimos Bachi. Allí, en Mei Gui hay una democrática fusión regional de platos y platillos del Asia circunpacífica. La cocina de Tailandia, Vietnam, Indonesia, Japón y la China continental hacen las delicias de los habituales..." Un mail de Pochy consigna en Santiago "el Restaurante Antillas en los años 40 del abuelo de los Sang Ben y donde mi papá Francisco Ng, Alejandro Ben y el papá de Vencian Ben fueron cocineros y de ahí formaron sus propios restaurantes o fondas...También el famoso Wisang Long y el Royal Palace del padre y abuelo de nuestra Rosario Sang, en La Vega". El vegano Iván Robiou de Moya cita a John Sang, el Patriarca, que llegó durante la Ocupación Americana -en cuyo local comía palomas fritas, ensalada de camarones y chicharrón de pollo- y a su hijo Santuan Sang, dueño del Palace, locación de la novela Carnaval de Sodoma de Pedro A. Valdez.

El tercero en llamarme fue Juan Arturo Rodríguez -grato contertulio hijo del general de hombres libres Juancito Rodríguez-, quien relató sus preferencias en el Mario. Era un fanático del London Broil, cuya textura suave y jugosa evoca, apetitosa. Lo retiene acompañado de repollo hervido y papitas salcochadas, servido en el Salón Azul, el más formal de los tres ambientes que tenía este santuario de la gran gastronomía oriental e internacional. El cuarto turno al bate correspondió al consagrado coleccionista e historiador de la música antillana Cristóbal Díaz Ayala, un amigo cubano residente en Puerto Rico que ha logrado reunir la más formidable colección de registros sonoros de la música popular cubana, borinqueña y latinoamericana, donada a FIU para su preservación y acceso público. Autor de libros troncales sobre la discografía del Caribe hispanoparlante y la evolución de sus géneros populares. Ahí va el mail.


"Compay: ¡Qué memoria gastronómica! El que lo lea, sin conocerte, pensará que se trata de un señor pesando unas 300 libras... En Cuba había restaurants o fondas de chino, pero no en la cantidad y variedad fabulosa que tú mencionas. Además, muchos de ellos estaban muy "cubanizados". Sí había una cosa muy curiosa: Lo que se llamaba "puesto de chino", que eran locales pequeños, muy modestos, donde los chinos vendían frutas frescas, frituras de distintas clases, viandas, etc. a precios módicos. Claro, sin mesas, el mostrador y más nada. La gente les llamaba "puestos de primeros auxilios" porque cuando la plata escaseaba, por poco dinero matabas a la que te estaba matando. Por supuesto, los chinos vivían en la trastienda. Como los chinos eran tan emprendedores, si la cosa iba bien, agregaban helado, lo cual era una inversión importante en maquinarias. Y los de fruta, los hacían divinos! Al que allí se llama el de ciruela, en Cuba le decían, no sé por qué, orejones. Además, algunos de esos chinos, también "recogían para los terminales" o sea tomaban apuestas para la lotería prohibida, que en Cuba era casi o más importante que la legal..." En La Habana, los hermanos Bonilla Aybar y Mauricio Báez iban al Dragón de Oro y La Muralla.

Luego el día transcurrió con reacciones variopintas. Al bajar al parqueo para emprender la rodada sabatina mis vecinos hicieron sus observaciones. Don Rafael Martínez refirió la introducción de las hortalizas en San Pedro de Macorís (Villa Providencia) y en el ingenio Quisqueya por hacendosos chinos, refrescadas recorriendo el surco con sendas regaderas colgadas a ambos lados de un palo apoyado sobre los hombros. Puerro, apio, jengibre, nabo, rábano, lechuga, repollo, berenjena, verduras, vendidos en canastos colgantes. Don Juan Pardilla -antiguo funcionario del Banco Agrícola que tenía crédito en el Dragón- me recuerda el restaurante Colón del chino Chon, frente al parque, que luego se llamó Canadá, de Miguel Ng. En los 60 iba con mis correligionarios socialdemócratas y Jimenes Grullón se aprovisionaba de cigarros. Hoy hotel restaurante El Conde del amigo Manuel Aybar, el célebre Palacio de la Esquizofrenia que cumple 32 años de tolerancia terapéutica. En frente -anota Alberto Perdomo- funcionó en los 50 el Quisqueya de Jaime Joa.



En la tarde César Pina Toribio -compañero de curso en el liceo Juan Pablo Duarte- me participó sus vivencias desde que llegó a Ciudad Trujillo en 1953 procedente de la ciudad corazón. De un chino de igual nombre señala el restaurante Santiago, ubicado en la avenida San Martín con Moca frente al aeródromo General Andrews, clave en su memoria musical. Allí, en su vellonera evocativa, escuchó y quedó prendado de Cómo fue, en el fraseo del Benny. Otros que retiene, el Asia, en el ensanche Ozama, La Yoli, en la Teniente Amado. El colmado barra de Juan Joa en la Duarte con Juan Evangelista Jiménez, con su pay de crema y bizcochitos de 5 centavos. Alberto Perdomo tomaba su cervecita en una pastelería barra china anexa al Mercado Modelo de la Mella, frente al cine Apolo. Oscar Haza -mi primo de la TV en Miami, presente en casa festejante de Franklin Lithgow- añadió: "tienes que incluir a Juan Chea, el del Comercial. No sólo era la barra y el comedor con sus excelentes ajíes rellenos. También era su cocina china. Platos como el Moo Goo Gai Pan" (lonjas de pechuga de pollo marinadas, con abundante y variados hongos cabezones, castañas de agua, puerro ancho, brotes de bambú, dientes de ajo, lascas de jengibre, pasados por el wok en sesame oil, salsa de ostras y vino de arroz).

Franklin amplió sobre los restaurantes de San Francisco ya referidos. Otros nombres asomaron en la capital: el Tony, al lado del teatro Julia. El Alaska y la Barra Chan, en la San Martin. El colmado y repostería Tung, en San Martín con Máximo Gómez, en cuya calzada se animaba un mercado billetero. Núñez Fernández, en tertulia telefónica, habla de los chinos de Bonao en la carretera vieja: el restaurante Sang Lee Long, afamado y pionero. El Formosa, de un chino procedente de S.J. de Ocoa, precedente del Vizcaya, donde Felo Haza, Freddy Miller, Octaviano Leroux y él recargaban. Salen a relucir el Seven Seas, el Saratoga y El Moderno, sito en la Duarte. Yo cito el Escocia, favorito de Danny Batista. Y el Salón de Té, de Ricardo Bello y Susana Joa, en Las Atarazanas y luego en la Max Henríquez Ureña, donde acudía los martes a la Tertulia del Patio que coordinaban María José Álvarez y Luisa Perdomo. Hoy Chinois, en la Marina de Chavón. Excelente.

La jornada sabatina fue intensa con Fernando Casado botándose como un ángel cantor, repasando su exigente repertorio y ofreciendo refrescantes sorpresas a sus amigos. Francis Santana, el Songo veteranísimo y versátil demostrando que hay todavía mucho galillo afinado "para rato" y Expedy Pou dramatizando sus temas con profesionalismo virtuoso. Todos quedamos encantados con la magia de una voz femenina, la de Johanna. El mejor regalo del maestro Víctor Taveras al homenajeado. El domingo despertó chino. No podía ser de otra forma. Con Sonia llegamos al mercadito de hortalizas frescas, domplines caseros, pasteles en hoja de arroz y taro (yautía), tofu (queso de soya), peces Gato vivos y coleando, gallinitas criollas, todo confundido en algarabía en la calzada de la Duarte con Benito. Compramos brotes de habichuelas y frijolitos. Puerros de hojas anchas, nabos maravillosos, vainitas chinas, pan cocido al vapor relleno de cerdo y pasteles. 




En la tarde al Barrio Chino. Un recorrido por los nuevos sitios para culminar en Mei Gui, el "restaurante gourmet", como lo describió el Gordo Oviedo, instalado siempre "donde está la cosa". Su anfitriona nos recibió con los brazos abiertos. Salían la historiadora María Elena Muñoz y la socióloga Ana Teresa Olivier. La doctora Andreina Amaro encabezaba una concurrida mesa. Otra el ingeniero Daniel Bodden. Más allá Jimmy Hungría. La que formamos con el Gordo fue engordando a medida avanzaban los platillos de exquisiteces. Se incorporó Pericles Mejía, teatrista, el sinólogo Luis González, autor de China el ascenso del dragón. Pelegrín Castillo y un diputado israelí. Sorpresa: Walterio Coll, puro rock viejo. Al salir, una expo fotográfica sobre la colonia china, con José Emilio Joa, cantante y arquitecto compañero de bohemia. La combustión china nos lanzó a Pan Oliva, en los Jardines del Embajador. Uno de los mejores a juicio de Ivanhoe Ng Cortiñas, quien llegó minutos después. Por eso, "chinito siempre quiele má".
http://www.diariolibre.com/noticias_det.php?id=260408

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